El título original de la película, The Little Foxes, hace referencia a la Biblia hebrea que en el Cantar de los Cantares (Antiguo Testamento) dice: Cazadnos las zorras, las pequeñas zorras que devastan las viñas, pues nuestras viñas están en flor. Este texto, mostrado justo antes del comienzo de este magnífico filme dirigido por el talentoso y versátil cineasta norteamericano William Wyler (Mulhouse, 1902–Los Ángeles, 1981), enmarca perfectamente el desarrollo dramático de una historia donde la codicia devasta las viñas que están en flor. Es decir, arrasa la vida y la felicidad de los seres humanos.
Todo gira en esta película realizada en 1941(hace ahora 82 años) alrededor del deseo impetuoso de los hermanos Hubbard (Regine - asombrosa Bette Davis-, Benjamin y Oscar) de invertir en un ambicioso proyecto para construir una fábrica de algodón en el aristocrático y racista Sur de los Estados Unidos a principios del siglo XX. Ocasión idónea para que se pongan de manifiesto las personalidades que les definen y la “ética filosófica” que les mueve.
Estamos, pues, ante un auténtico clásico de la época dorada de Hollywood. Con todo lo que lo caracteriza: soberbias interpretaciones creadoras de enorme tensión emocional; rodaje sutil; decorados elegantes y sugerentes; primeros planos llenos de significación y trascendencia; diálogos adaptados, en este caso de la obra teatral de la escritora norteamericana Lillian Hellamn, que como afilados escalpelos diseccionan la psicología de los personajes; siendo pocos (las viñas en flor) los que se salvan de la quema.
En definitiva, un cine que ya no se ve ni se hace por estos pagos: grandioso y absorbente de principio a fin, y al que el paso del tiempo le deja indiferente.
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