Sidney Lumet (Filadelfia,
1924 – Nueva York, 2011) es el director - entre otras muchas películas – de “12
hombres sin piedad” (1957) y “Network” (1976). Obras maestras ambas, realizadas,
una en sus años mozos y otra en tiempos de
mayor madurez, pero las dos representativas del estilo contundente y
heteróclito de este cineasta que inició su carrera en los estudios de la
televisión norteamericana y la finiquitó como uno de los grandes de Hollywood. Por
dos sencillas razones: porque nunca
temió arriesgarlo todo en cada uno de sus proyectos cinematográficos, y porque
siempre consideró que el cine se aprendía rodando para poder transcribir - como
pocos lo han hecho en la gran pantalla - el mundo desgarrador y a veces
violento que le tocó vivir. Y
esto lo supo hacer con gran maestría en esa inolvidable e imperecedera trilogía sobre el
mundo policial que es “Serpico” (1973), “Tarde de perros” (1975) y “El príncipe
de la ciudad” (1981).
Respecto
a este canto del cisne que significa “Antes que el diablo sepa que has muerto”,
Sidney Lumet, con más de 80 años a
sus espaldas, vuelve por sus fueros para sacudirnos desde el fondo de la butaca
con una historia digna del mejor “cine negro”. Es decir, aquel que sabe
adentrarse en los sentimientos más perversos e inesperados del ser humano. Y
así, como si de un joven Tarantino
se tratara, narra con peculiar estilo cinematográfico el deambular de dos hermanos sin escrúpulos
(magníficamente interpretados por Philip
Seymour Hoffman y Ethan Hawke)
dispuestos a conseguir dinero al precio que encarte. Finalmente Lumet propone en propina una reflexión interesante
sobre los pilares que sustentan la
familia burguesa y el mundo que la rodea, señalándonos la línea roja que no hay que franquear sin
correr el riesgo de no poder volver.
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