Carlos Saura (Huesca, 1932 – Madrid, 2023) realizó buena parte de su obra cinematográfica influenciado por tres grandes cineastas, el español Luis Buñuel, el sueco Ingmar Bergman y el italiano Federico Fellini. Es el caso de su excelente trilogía de la familia compuesta de “El jardín de las delicias” (1970), “Ana y los lobos” (1973) y “La prima Angélica” (1974). “Era sobre todo –precisa el realizador oscense al escritor francés Marcel Oms en un libro sobre su vida - una influencia en los detalles: una imagen que me fascinaba o una escena en particular”, En “La prima Angélica” es al director sueco de “Fresas salvajes” a quien hace pensar esta historia intimista sobre el paso del tiempo y la memoria. Luis Cano (admirable José Luis López Vázquez) editor de mediana edad viaja desde Barcelona a Segovia para enterrar en el panteón familiar los restos de su madre fallecida veinte años atrás. Ocasión para rememorar con sus familiares que no veía desde hacía mucho tiempo el verano de 1936 y los primeros años de la Guerra Civil pasados con ellos, y en especial con su prima Angélica (deliciosas Lina Canalejas / María Clara de Loaysa) de la que estuvo enamorado cuando niño. La película realizada de manera serena y carente de artificios está narrada con fluidez pese a la superposición de los tiempos (presente-pasado) y al empleo de los mismos actores para las dos épocas. La fotografía, de Luis Cuadrado, es magnífica, las interpretaciones dignas de encomio y el guión y los diálogos (escritos a cuatro manos por Saura y el gran Azcona) redondos y sin fisuras. En definitiva, una mirada catártica sobre nuestra más controvertida y polémica historia.
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