La idea de Plácido surgió de una curiosa campaña que durante la década de 1950 puso en marcha el gobierno de Franco y que consistió en la caritativa misión de concienciar a los ricos para que durante la cena de Nochebuena “sentasen a un pobre en su mesa”. A partir de ahí, a Berlanga (1921-2010) y a su guionista Rafael Azcona (1926-2008), con quien colaboraba por primera vez, les pareció aquello una broma sombría y macabra, y decidieron, sin más, poner manos a la obra y llevarla a la gran pantalla. Plácido (magnífico Cassen) es un hombre que malvive gracias a un motocarro que se acaba de comprar en “cómodos plazos”, y precisamente, el día de Nochebuena es contratado por Quintanilla (pletórico José Luís López Vázquez) un anodino promotor que se ha encargado de organizar un singular evento: “Siente a un pobre en su mesa”, patrocinado por la empresa de ollas “Cocinex”.
La película que junto a “Bienvenido Mr. Marshall” (1952) y “El verdugo” (1963) constituye lo mejor de la cinematografía de Luís García Berlanga, se rodó después de “Los jueves milagro” (1957) que hizo trizas las tijeras de la censura franquista y antes de que tras el eficaz alegato contra la pena de muerte que es “El verdugo”, Berlanga entrara en un periodo de estrecha vigilancia que le impidió filmar durante años en España. En concreto hasta que ya en democracia rodó la popular trilogía “La escopeta nacional” (1978), “Patrimonio nacional” (1981) y “Nacional III” (1982).
En Plácido el cineasta valenciano, partiendo de una narración aparentemente caótica con largos planos-secuencia, entremezcla tramas y personajes consiguiendo una historia redonda desde principio a fin. Es decir, un retrato trágico-cómico, crítico y mordaz de la sociedad española de la época.
No hay comentarios:
Publicar un comentario