El escritor y director de cine español Gonzalo Suarez dice a propósito de Sam Peckinpah (California, 1925-1984) que llevaba “el infierno en las venas y el cielo en la mirada”. Un acertado compendio de la personalidad y el carácter de este cineasta norteamericano que en las décadas de 1960 y 1970 sacudió el cine hollywoodiense sumido en una tediosa modorra. Precisamente, gracias a la enorme vitalidad que llevaba Peckinpah en las entrañas y a su nostálgica y lírica visión del mundo; ingredientes que en muchas ocasiones le enfrentaron a las decisiones de los magnates de la industria cinematográfica del Tío Sam. Y con ese ADN tan fornido, el realizador inconformista de Fresno se lanzó a hacer filmes (sobre todo westerns) tan impactantes e innovadores como “Duelo en la alta sierra” (1962) “Grupo salvaje” (1969), o “Pat Garrett y Billy el niño” (1973), en los que la violencia iba acompañada de la melancolía que invade a los inveterados perdedores.
En
“La Huida”, un thriller de fuerte intensidad dramática y animado
ritmo cinematográfico, esos elementos definitorios del cine de Sam
Peckinpah
están presentes igualmente. Doc McCoy (Steve
McQueen)
y su esposa Carol (Ali
MacGraw),
son dos antihéroes que se hallan al borde del abismo pero que
quieren, cueste lo que cueste, atrapar sus destinos entre sus manos y
huir de un entorno que les atosiga y asfixia. Encontrar al fin, ellos
también, un lugar en el sol.
Sin
duda, una vibrante película que, en 1994, tuvo su inconsistente
remake, demostrándose, una vez más, que no está al alcance de
cualquier mentecato imitar las obras de los grandes maestros de
Hollywood.
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