MADEMOISELLE CHAMBON de Stéphane Brizé, (Francia, 2009)
Las emociones en el cine no se cuentan, fundamentalmente se sienten viendo imágenes. El cine es ante todo eso: imagen, y si no, es otra cosa, pero no expresión cinematográfica. La imagen debe ser también lo suficientemente fuerte, expresiva, sugerente, alegre o dramática, como para que el espectador/a comprenda lo que el realizador quiere transmitirle; lo demás es simple accesorio.
Así entiende el cine Stéphane Brizé (Rennes, 1966), joven realizador francés que cuenta en su haber profesional películas tan interesantes como “No estoy hecho para ser amado” (2005), “Entre adultos” (2006) y “Algunas horas en primavera” (2011), todavía no estrenada en España. Cine de gestos, de miradas y silencios. De emociones e impulsos contenidos que llenan de tensión las historias por él contadas. Como la sensible y poética aventura de Jean (excelente Vincent Lindon), una persona buena: buen albañil, buen hijo, buen padre, buen marido pero que un buen día encuentra en su camino a mademoiselle Chambon (idílica Sandrine Kiberlain), maestra de escuela de su hijo. Una mujer discreta, fascinante, de una elegancia refinada y exquisita que va a poner en entredicho la vida vivida hasta ese momento por el rudo obrero. A partir de entonces Jean descubre un mundo de sensibilidad y belleza inusitado para él.
¿Podrá cambiar su destino? ¿ lo impedirá el vértigo que le produce esa otra vida? Stéphane Brizé muestra con tacto, sencillez y delicadeza este drama romántico de difícil solución. En definitiva, una película que hace grande lo cotidiano.
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