Con Joseph Cotten, Orson Welles, Alida Valli y Trevor Howard
“El tercer hombre” es una película en la que el genial cineasta norteamericano Orson Welles marca profunda e indeleblemente la memoria del espectador. Tanto cuando su imponente presencia inunda la pantalla, como cuando está ausente de ella. Hasta el punto de tener la sensación de que la obra pertenece al autor de “Ciudadano Kane” y “Sed de Mal”.
Sin embargo, considerarlo así sería olvidar otros hallazgos que encierra esta, sin duda, obra maestra del realizador británico Carol Reed (Londres, 1906-1976). Un director de la talla de los también extraordinarios cineastas ingleses Charles Chaplin y Alfred Hitchcock, y poseedor de una producción cinematográfica que ocupó desigualmente tres décadas, las de los años 40, 50 y 60. Es decir, rodando películas austeras e intimistas en su etapa inicial (“Larga es la noche”, 1947, “El ídolo caído”, 1949) y más comerciales en su último periodo hollywoodiense (“Trapecio”, 1956, “El tormento y el éxtasis”, 1965, “Oliver”, 1968), y entre ambos estadios unos años de crisis de creación de calidad.
Pero, de entre todas sus películas, Carol Reed será recordado por “El tercer hombre”. Por tres sencillas razones: su estilo narrativo, su historia y por las magníficas interpretaciones de sus actores. Efectivamente, con un estilo innovador y barroco Carol Reed cuenta la enigmática historia (escrita por el escritor y periodista Graham Greene) de Holly Martins, un mediocre escritor norteamericano de novelas del Oeste que, invitado por su amigo Harry Line, visita la ciudad de Viena, cuando, tras acabar la IIª Guerra Mundial, se halla dividida en cuatro zonas ocupadas por los aliados.
Las interpretaciones de Joseph Cotten, Welles, Alida Valli y Trevor Howard son fascinantes, y algunas de las secuencias, inolvidables: la presentación de Orson Welles, la persecución por las cloacas, la noria…, todo en un intrigante viaje al son de la cítara de Anton Karas por el cinismo de esa jauría humana de la posguerra. De obligada visión.
Sin embargo, considerarlo así sería olvidar otros hallazgos que encierra esta, sin duda, obra maestra del realizador británico Carol Reed (Londres, 1906-1976). Un director de la talla de los también extraordinarios cineastas ingleses Charles Chaplin y Alfred Hitchcock, y poseedor de una producción cinematográfica que ocupó desigualmente tres décadas, las de los años 40, 50 y 60. Es decir, rodando películas austeras e intimistas en su etapa inicial (“Larga es la noche”, 1947, “El ídolo caído”, 1949) y más comerciales en su último periodo hollywoodiense (“Trapecio”, 1956, “El tormento y el éxtasis”, 1965, “Oliver”, 1968), y entre ambos estadios unos años de crisis de creación de calidad.
Pero, de entre todas sus películas, Carol Reed será recordado por “El tercer hombre”. Por tres sencillas razones: su estilo narrativo, su historia y por las magníficas interpretaciones de sus actores. Efectivamente, con un estilo innovador y barroco Carol Reed cuenta la enigmática historia (escrita por el escritor y periodista Graham Greene) de Holly Martins, un mediocre escritor norteamericano de novelas del Oeste que, invitado por su amigo Harry Line, visita la ciudad de Viena, cuando, tras acabar la IIª Guerra Mundial, se halla dividida en cuatro zonas ocupadas por los aliados.
Las interpretaciones de Joseph Cotten, Welles, Alida Valli y Trevor Howard son fascinantes, y algunas de las secuencias, inolvidables: la presentación de Orson Welles, la persecución por las cloacas, la noria…, todo en un intrigante viaje al son de la cítara de Anton Karas por el cinismo de esa jauría humana de la posguerra. De obligada visión.
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