En
una entrevista concedida en 1998 al cineasta y escritor
norteamericano Cameron
Crowe,
Billy
Wilder
(1906 -2002) afirma que “El Apartamento” es, de todas su
películas realizadas, la favorita. Un filme rodado en 1960, después
de la hilarante “Con faldas y a lo loco” (1959) y antes de la
arrasadora “Uno, dos, tres” (1961), una comedia mordaz y ácida
sobre los sistemas de producción capitalista y socialista. En esta
ocasión, el maestro de origen austriaco, cuenta la historia de
C.C.Baxter (extraordinario Jack
Lemmon),
un modélico empleado de una importante compañía de seguros de
Manhattan, quien para progresar en su aburrida profesión no duda en
prestar su discreto apartamento para las citas amorosas de sus jefes.
Billy
Wilder,
un cineasta de largo recorrido, con numerosas e importantes películas
en su intenso y fructífero haber, repite en esta indiscutible obra
maestra los géneros cinematográficos arrastrando al espectador del
drama a la comedia, del llanto a la risa, con el objetivo primordial
de acercarle a la existencia no relevante del “hombre de la calle”.
De esa “gente gris” que está dispuesta a soportar cualquier
humillación por trepar los anhelados escalones de la sociedad de
libre mercado. C.C.Baxter es la encarnación de uno de esos tristes
personajes, un tipo mediocre cuyas aspiraciones en la vida pueden
contarse apenas con los dedos de una mano; hasta el día en que en su
misma empresa tropieza con Fran Kubelik (inolvidable Shirley
MacLaine),
una atractiva ascensorista que resulta ser la amante de uno de los
jefes que usa el apartamento.
Ganadora
de cinco oscars, entre ellos uno dedicado al mejor guión original,
escrito con su fiel aliado, el escritor I.A.L.
Diamond,
“El Apartamento” es un retrato penetrante, duro y compasivo de un
pobre oportunista que Billy
Wilder
utiliza para mostrarnos con amarga lucidez las relaciones de poder
entre explotadores y explotados.
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