Adam es una película valiente hecha por mujeres para abordar problemas de mujeres en un país (Marruecos) donde, precisamente, no se respetan los derechos de las mujeres. Es, además, la opera prima de una joven y prometedora realizadora marroquí, Maryam Touzani (Tánger, 1980), que inició su andadura cinematográfica como documentalista, guionista y actriz, y que en 2019 dio el salto a la dirección con este necesario largometraje presentado en Cannes (sección Un Certain Regard) y en Valladolid aquel mismo año.
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El
filme, inspirado en hechos reales, se centra en la Medina (parte antigua) de
Casablanca, y cuenta la historia de tres mujeres: Abla (imponente Lubna Azabal), viuda y madre de Warda
(encantadora Douae Belkhanouda), una
niña de ocho años, y Samia (magnífica Nisrin
Erradi), una madre soltera que busca empleo para poder comer, y techo donde
poder cobijarse. Tres jóvenes mujeres marcadas por su género, por sus
respectivas vivencias y por sus futuros inciertos. Por tanto, una cinta que
aborda crudamente los límites impuestos por una sociedad patriarcal y por unas
tradiciones anacrónicas. Aunque un halo de esperanza la rodea constantemente
gracias a la inteligencia, voluntad y sororidad femeninas.
En cuanto a la realización cinematográfica se refiere,
subrayar la sorprendente ausencia de acompañamiento musical, compensada aquí
por una bellísima fotografía, unos colores exaltantes y un concierto de gestos
y miradas que revelan más que el mejor de los diálogos. En definitiva, una gran
muestra del cine que jóvenes cineastas marroquíes intentan hacer hoy - no sin
pocas dificultades - en el País Alauita
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